jueves, 23 de junio de 2016

LOS HIJOS DE DIOS ANTE EL CONFLICTO EN OAXACA

3 ASPECTOS QUE DEBEMOS RECORDAR ANTE LOS CONFLICTOS DE NUESTRO PAIS.
Es impresionante la cantidad de comentarios, memes y opiniones que la Iglesia publica en redes sociales cada vez que existen problemas políticos en nuestro país. En lo personal me da mucha tristeza leer comentarios de hijos de Dios que se expresan a favor o en contra de candidatos o de partidos políticos o se quejan y toman parte en protestas civiles.

La situación más reciente es el conflicto de la CNTE en Oaxaca donde varias personas han muerto. La verdad es que como hijos de Dios no nos toca tomar parte en estas situaciones, si bien es cierto que tenemos una responsabilidad social en nuestro país, esta se encuentra limitada en nuestro verdadero propósito como extranjeros en este mundo. Por eso es necesario que recordemos nuestra identidad, nuestra misión y nuestra tarea.

I.                     NUESTRA IDENTIDAD
Si hemos creído en Cristo como nuestro Señor y Salvador y le hemos recibido en nuestro corazón, entonces hemos nacido de nuevo, he aquí las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas. Esto incluye nuestra identidad. Ahora somos el cuerpo de Cristo, y no pertenecemos a este mundo, sino que hemos sido enviados al mundo, además de ser la plenitud de Cristo que todo lo llena en todo; Es decir, que somos embajadores representantes del reino celestial en un mundo que está perdido en oscuridad, controlado por el demonio, pero bajo la autoridad suprema de nuestro Dios el cual nos dio la autoridad sobre las cosas del mundo, que si bien pueden ser aflicciones, siempre tienen un propósito espiritual de bien para los hijos de Dios. Por lo tanto, los asuntos políticos y los conflictos como el de Oaxaca no los podemos ni debemos resolver como si fuésemos partidarios de uno u otro bando en cuestión, sino con el entendimiento de que tenemos la responsabilidad de mostrar a Cristo al mundo.
(Juan 17:6; 18 / Efesios 1:22-23 /Romanos 8:28 / 2 Corintios 5:17 / 2 Corintios 5:20)


II.                   NUESTRA MISIÓN
Si entendemos bien cuál es nuestra identidad como hijos de Dios en este mundo caído, entonces será más fácil comprender nuestra misión. No estamos aquí para levantar revoluciones o guerras como lo hace el mundo, estamos aquí librando una guerra que tiene proporciones eternas, y que no tiene nada que ver con las consecuencias naturales y lógicas que el pecado trae consigo entre los hombres. Jesucristo es muy claro al decirnos nuestra misión de ir por todo el mundo y hacer discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu santo, además de enseñarles a guardar las cosas que el enseña en su palabra. Aún más allá de esto nos manda ser luz en el mundo, y no nos deja solos, sino que nos capacita por medio de su Espíritu el cual es nuestras arras, nuestro sello y nuestra herencia. No nos pide que nos quedemos de brazos cruzados ante los conflictos políticos y sociales, sino que nos ordena actuar, pero ir mas allá de la visión humana común y actuar con la visión Divina, con la mente de Cristo, con sabiduría e inteligencia espiritual, compartiendo el evangelio, dando de gracia, peleando contra las huestes espirituales de maldad con nuestras oraciones y usando bien la espada del espiritu que es la palabra de Dios, matando nuestro pecado estando en plena comunión con Dios por medio de la oración y de esta forma ser la sal de la Tierra y alumbrar al mundo.
(Mateo 28:18-20 / Hechos 1:8 / Mateo5:14-16 / Efesios 6:10-18 / 1 Corintios 2:16 / Colosenses 3:5 / 1 Corintios 6:2)


III.                 NUESTRA TAREA
La pregunta entonces sería: ¿Qué hacer ante situaciones como la de Oaxaca, el narcotráfico, la corrupción y demás cosas que vemos día con día en nuestro país y el mundo? La respuesta es simple: Jesús nos manda a orar por todos los gobernantes, nos manda a no temer cuando estas cosas sucedan, porque es necesario que sucedan, nos manda a estar alertas y cuidar de nuestra santidad, nos manda a atender a los necesitados y proclamar el evangelio, nos manda a obedecer a nuestras autoridades civiles. Sobre todo, nos manda a perseverar unánimes en la sana doctrina, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.  Así que, oremos para que el Señor nos guíe a ser la Iglesia que él quiere que seamos y a actuar como dignos del evangelio que hemos recibido y de la salvación inmerecida que Cristo nos ha otorgado.
(1 Timoteo 2:1-2 / Romanos 13:1-6 /Colosenses 1:9 / Hechos 2:42 / Filipenses 1:27 / Efesios 4:1 / Filipenses2:6-12)


Actuemos como verdaderos ciudadanos del reino de los cielos, como embajadores en un País extranjero que necesita conocer al Rey de Reyes. 


Pastor Oscar Estrada Sánchez